Los 10 mejores lugares para visitar en Málaga: del arte al espeto con arte y corazón

Facebook
Twitter
LinkedIn

Málaga no se visita, Málaga se saborea. Porque esta ciudad, capital de la Costa del Sol y reina del pescaíto frito, tiene ese algo que te atrapa: su mezcla de historia, cultura, mar y alegría de vivir. Aquí no hace falta inventarse mucho. Solo hay que salir a la calle y dejarse llevar por la luz, el ambiente y el salero de su gente.

En Malaga21 nos hemos propuesto guiarte por los rincones más especiales de nuestra ciudad. Ya seas turista de paso, viajero reincidente o malagueño que quiere redescubrir su tierra, esta lista es para ti. Y ojo, que vienen curvas… curvas de callejones con flores, de montes con vistas y de playas que quitan el sentío.

1. La Alcazaba: la joya mora en pleno centro

Si Málaga fuera una tarta, la Alcazaba sería la guinda morisca. Esta fortaleza musulmana del siglo XI se alza orgullosa sobre el monte Gibralfaro, mirando de frente al Teatro Romano y acariciando el centro histórico.

Recorrer sus murallas es un viaje en el tiempo entre patios, jardines, torres y vistas que te hacen suspirar. Desde lo alto se divisa el mar, la ciudad y hasta las gaviotas parecen saludar. ¿Y sabes lo mejor? Que está justo al lado de todo, como quien dice entre el tapeo de calle Alcazabilla y el bullicio de calle Larios.

Consejillo del barrio: ve al atardecer. El sol cayendo sobre la piedra y el Mediterráneo es un espectáculo digno de Instagram y de poema.

2. El Teatro Romano: cultura con más tablas que un tablao

Abajo de la Alcazaba, en un rincón donde el tiempo se sienta a descansar, está el Teatro Romano de Málaga. Construido en el siglo I a.C. y redescubierto casi por accidente en los años 50, es uno de esos lugares donde puedes sentarte en la piedra y sentirte parte de la historia.

Lo mejor es que es gratis, está abierto al público, y de noche lo iluminan con una elegancia que te dan ganas de montar una obra de teatro tú mismo.

Y hablando de historia…

3. El Castillo de Gibralfaro: la mejor vista de Málaga (y eso es decir mucho)

Subir al Castillo de Gibralfaro no es solo hacer piernas. Es también una de las postales más espectaculares de toda la ciudad. Desde sus murallas se domina el puerto, la plaza de toros, el centro, los barrios que trepan por las lomas y el azul inmenso del Mediterráneo.

Se puede subir andando desde la Alcazaba (avisamos: cuéstecita con carácter) o en bus para los menos aventureros. Dentro te espera un museo militar y, sobre todo, una sensación de paz que te hace pensar: “Qué bien se está aquí arriba, mare”.

4. Calle Larios: la pasarela de Málaga

No puedes venir a Málaga y no pasearte por calle Larios, así te lo decimos. Es nuestra arteria principal, el lugar donde todo empieza y acaba, donde se celebran procesiones, desfiles, conciertos, encendidos de luces y hasta bodas.

Larios es elegante, luminosa y siempre animada. Flanqueada por tiendas, cafeterías y terrazas con buena sombra, es el mejor sitio para tomar el pulso a la ciudad. En Navidad se viste de gala, en feria se llena de farolillos y en agosto arde de alegría.

5. El Museo Picasso: el genio en casa

Que Málaga es tierra de artistas, lo sabemos. Pero si hay uno que se lleva el premio gordo es Pablo Picasso, nacido en la plaza de la Merced y revolucionario del arte mundial. Su museo, ubicado en el precioso Palacio de Buenavista, es una parada obligatoria.

Allí puedes ver una muestra variada de su obra, desde los comienzos hasta los últimos días. Pinturas, esculturas, cerámicas… y todo con una puesta en escena impecable. No es un museo más, es una experiencia que te ayuda a entender al hombre detrás del mito.

6. La Catedral de Málaga: “La Manquita” con mucho que decir

Pocas catedrales hay en España tan queridas y con tanto mote como la de Málaga, conocida como La Manquita por esa torre sur que nunca se terminó. Pero ojo, que de manca no tiene un pelo: es majestuosa, elegante, y por dentro guarda joyas barrocas y renacentistas que te dejan con la boca abierta.

Si puedes, sube a su tejado. Desde ahí el panorama es puro espectáculo. Málaga a tus pies y el cielo por montera.

7. El Muelle Uno y el Palmeral de las Sorpresas: donde el mar abraza la ciudad

Si te gusta pasear con olor a sal y vistas a velero, tu sitio es el Muelle Uno, una zona moderna y peatonal que conecta el puerto con el centro. Restaurantes, tiendas, arte callejero, barquitas, música en vivo… todo eso lo tienes aquí, a dos pasos de la ciudad.

Además, puedes visitar el Centre Pompidou Málaga, con su icónico cubo multicolor, o sentarte en alguna terraza a ver cómo cae la tarde mientras el sol se esconde detrás del monte.

Justo al lado está el Palmeral de las Sorpresas, un paseo entre palmeras y fuentes que hace honor a su nombre. Ideal para pasear, correr, o simplemente vivir la vida.

8. El barrio del Soho: arte urbano, galerías y mucha alma

El Soho de Málaga (sí, tenemos uno) es una zona que ha pasado de barrio discreto a corazón alternativo de la ciudad. Aquí las paredes hablan en murales gigantes firmados por artistas de renombre como Obey o D*Face, y los rincones esconden galerías, teatros, bares con encanto y tiendas donde se respira creatividad.

Es perfecto para perderse una mañana, tomarse un buen café de especialidad, ver una expo o asistir a una obra en el Teatro del Soho Caixabank, la joya que Antonio Banderas ha traído de vuelta con todo el arte.

9. Playa de la Malagueta: el mar como estilo de vida

Vale, no todo va a ser piedra y cultura. La Malagueta, nuestra playa más urbana, es el sitio ideal para poner los pies en la arena, comerte un espeto de sardinas recién hecho, y mirar al mar con esa paz que solo el Mediterráneo te da.

No esperes la playa más virgen del mundo, pero sí un ambientazo continuo, buen rollo, y un montón de chiringuitos donde darte un homenaje.

Y si te animas, sigue andando hacia los Baños del Carmen o Pedregalejo, donde la esencia marinera de Málaga sigue viva.

10. El Mercado de Atarazanas: sabor local con historia

¿Te va lo auténtico? Pues al Mercado Central de Atarazanas tienes que ir sí o sí. Es un templo gastronómico donde se mezclan los colores, los olores y los sabores de nuestra tierra. Pescados, frutas, embutidos, aceitunas de mil tipos y voces que se cruzan con arte.

Y todo esto en un edificio que fue astillero nazarí en el siglo XIV, hospital militar y, finalmente, mercado. Su arco de entrada es un tesoro en sí mismo, y dentro puedes tomarte un vinito o una tapita que no vas a olvidar.

Y esto, amigo o amiga, es solo el principio

Málaga tiene mucho más por descubrir: el barrio del Perchel con sabor a tradición, el Jardín Botánico-Histórico La Concepción que es un vergel, los montes para una escapada verde, el Cementerio Inglés con historias de otro mundo, la Térmica como centro de cultura moderna, y un sinfín de rincones que no caben en una sola lista.

Porque Málaga no se agota, se disfruta. Es una ciudad que se lleva bien con el arte, con la historia, con la modernidad y con el mar. Y lo mejor de todo: con su gente, que te recibe con un “mi arma” aunque no te conozca, que te sirve un café como tú lo quieras (ojo con eso) y que te da conversación sin pedir nada a cambio.

Facebook
Twitter
LinkedIn